Literatura neoclásica

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El Neoclasicismo es un movimiento literario y artístico de origen francés que triunfa durante el siglo XVIII. Está ligado a un movimiento filosófico y cultural más amplio denominado Ilustración, que reivindica el valor de la razón frente a la fe. La élite intelectual -los ilustrados- defiende unos ideales de razón y progreso, que chocan con el poder de la Iglesia. El despotismo ilustrado, con el lema "Todo para el pueblo pero sin el pueblo", es la forma política propia de este periodo, en el cual se realizan numerosas reformas para mejorar la vida del pueblo y hacerlo más culto y razonable, aunque sin admitir su participación en la vida pública. En esta época se reconoce la importancia de la educación para lograr el progreso de la sociedad.
Las características fundamentales de la literatura neoclásica son:

  • Carácter didáctico. La literatura es un instrumento para educar al pueblo, así que debe transmitir una enseñanza y tener un carácter ejemplificador. A través de ella se reprueba el vicio y se fomenta la virtud.
  • Recuperación de los modelos clásicos griegos y latinos. La literatura clásica grecolatina se considera un modelo de perfección, que debe ser imitado. 
  • Relacionado con lo anterior, los escritores neoclásicos siguen reglas y normas para adaptarse a esos modelos clásicos que tanto admiran.
Los géneros literarios:
Existen tres grandes géneros: lírica, narrativa y dramática. En todas las épocas se cultivan los tres, pero no con la misma intensidad ni con iguales frutos. En el XVIII el género más interesante es el teatro (género dramático).

  • Lírica. En la lírica se expresan emociones y sentimientos, la subjetividad del poeta. No es, por tanto, un género adecuado para cumplir el fin educativo de la literatura neoclásica.
  • Narrativa. No encontramos grandes obras narrativas, pero si un subgénero de carácter didáctico, la fábula, que puede estar escrito en prosa o en verso. Las fábulas suelen estar protagonizadas por animales personificados y de ellas se extrae una enseñanza que llamamos moraleja. Un destacado fabulista es Félix María Samaniego.
  • El teatro (género dramático). Es el género por excelencia de esta época, así que le dedicaremos una entrada independiente en este blog. Se caracteriza por el seguimiento de la regla de las tres unidades y por la finalidad didáctica. El principal autor es Leandro Fernández de Moratín y su obra más conocida El sí de las niñas.

Hay que destacar también la importancia del ensayo durante el periodo. El ensayo es un género donde un autor bien informado trata un tema de carácter humanístico -como la educación, las supersticiones, la necesidad de reformas políticas...- desde un punto de vista subjetivo. Los ilustrados utilizan el ensayo para exponer y divulgar sus ideas. Destaca en este género Melchor Gaspar de Jovellanos.

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